Ayer vimos un poco de cosmología azteca en esta entrada. Hoy voy a intentar desmenuzar un poco la cuestión, al igual que Huitzilopochtli desmenuzó a sus hermanos. Tan sólo para intentar conocer mejor el mito, ver qué es lo que hay detrás.
Como ya sabemos, Coyolxauhqui representa a la Luna y Huitzilopochtli al Sol. Forman parte de una misma realidad, son dos caras de una moneda: la luz y la oscuridad. Los aztecas eran en realidad mexicas, uno de los últimos pueblos toltecas-chichimecas en llegar al Valle de México. Y se llamaban mexicas porque adoraban al dios Mexi, que tenía dos caras: la oscura y la clara, es decir, Coyolxauhqui y Huitzilopochtli.
Los aztecas dieron nombre a los astros, y los divinizaron. Nacen así las fuerzas de la noche y las del día. Son dos fuerzas antagónicas que están en constante lucha, una lucha que nace porque Coyolxauhqui quiere matar a Coatlicue, la Madre Tierra.
Pero ¿Por qué la quiere matar? ¿Por qué dicen eso los aztecas? Quizás porque con el Sol las cosechas florecen, la naturaleza vive y se desarrolla. Quizás porque el Sol es la vida, y cuando la Luna llega la Tierra se apaga, todo queda en penumbra e inmóvil, muerto.
¿Y por qué dicen que el Sol mata a la Luna? Porque observan los ciclos lunares, veían a la Luna menguar y crecer, como si fuera descuartizada, quizás castigada por el sol por intentar robarle a la Madre Tierra la vida, siendo ella la madre de todas las cosas vivas.
Y quizás pensaban que desde aquella mítica pelea, los dos dioses brillan en el cielo y representan, de esta manera, esa danza sanguinaria que tuvo lugar en algún momento del tiempo.